D. LEONCIO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ (1881-1955)
Y EL DIARIO LA
PRENSA, UN LEGADO SIN CONTINUADORES
Nicolás Reyes González
Nicolás Reyes esboza aquí la ideología política
del periodista tinerfeño Leoncio Rodríguez, fundador del diario La Prensa,
destaca cómo la trayectoria de aquel periódico, en el que proyectó sus dos
inmediatos ideales políticos, a saber, la defensa de la República como forma de
gobierno y de la conciencia regional y unidad del archipiélago, quedó
interrumpida hace ya bastantes años sin que pueda sostenerse la idea de que El
Día sea hoy un continuador y defensor de aquellos ideales.
¿Quién fue Leoncio Rodríguez?. Diremos,
en principio, que un joven periodista republicano federal, de talante liberal y
progresista, que incorporará en toda su
obra literaria y política sus ideales autonomistas y regionalistas, que, en
nuestra opinión, son portadores de planteamientos políticos cercanos a un
emergente nacionalismo canario, surgido, salvando las diferencias evidentes, en
un proceso parecido al de Cataluña con figuras del calibre político de Valentí
Almirall o Valls i Ribot, republicanos federales como él. Nace en la ciudad de
La Laguna el 12 de abril de 1881.
Con el título de Bachiller en Letras, D.
Leoncio Rodríguez colabora primeramente en las publicaciones de su ciudad natal
y asiste a una tertulia, que integran D. José Rodríguez y Moure y D.
Buenaventura Bonnet, prestigiosos historiadores, en unión de otros
intelectuales laguneros. Es probable que la relación con estas dos personalidades le sirviera para comenzar a
configurar su pensamiento y sus ideales regionalistas.
Antes de 1906, D. Leoncio Rodríguez
publica dos obras de marcado acento regionalista y de estimable valor
literario, éstas son su novela "Alma Canaria" (1901) y su libro
posterior "Cuentos Canarios". Figura además entre los fundadores de
una institución cultural de gran importancia, el Ateneo de La Laguna, y
colabora, desde su fundación, en el periódico republicano federal de Santa Cruz
de Tenerife El Progreso. A principios de julio de 1906, en el Salón de Actos
del Ateneo de La Laguna diserta sobre "El Regionalismo canario. Bosquejo
histórico-social". Esta conferencia, en la que hace públicos sus
pensamientos sobre Canarias y sus problemas, es publicada por El Progreso
en días sucesivos en versión integra con
uno de sus seudónimos más habituales: "Luis Roger", y forma parte de
una Campaña política que emprenderá el
periódico tinerfeño en favor del regionalismo y de la autonomía de Canarias,
precisamente cuando se recrudece el llamado "Pleito Insular" con peticiones de división del Archipiélago
efectuadas al poder central por sectores burgueses. El Memorial que elabora el
Conde de Romanones con motivo de la reciente visita de Alfonso XIII a Canarias,
primera visita de un monarca español al Archipiélago, hecho que no deja de
resultar también significativo y de sumo interés, materializa aquellas peticiones.
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D. LEONCIO RODRÍGUEZ GONZÁLEZ |
Comienza su conferencia con la idea de
"patria" (entiéndase "patria" como lugar de nacimiento:
Canarias), porque considera que, según se "la estime o se sienta aversión
por ella", será diferente la definición que se puede dar del regionalismo
canario. Leoncio Rodríguez critica también a los "merodeadores de la
política", que han convertido el "patriotismo" en "infame
mentira", invocándolo "con los labios" y no "con el
corazón". El "patriotismo" lo monopolizan, en su opinión,
"los protegidos del poder central", que lo sacrifican "por particularísimas conveniencias de bandería" y llegan a degenerar con
frecuencia "en lo ridículo".
También percibe las más que probables
reticencias de los sectores internacionalistas del movimiento obrero y por eso
dice: "En estas luchas del siglo, en medio de esta evolución moderna, el
regionalismo parecer a algunos una
regresión, un caso atávico, que desmiente el espíritu de solidaridad universal. Los que así piensan
rechazan la división patria por fronteras y de pueblos por razas y costumbres;
combaten el vínculo nacional, el prejuicio patriótico que exalta a las
multitudes inconscientes". La visión del regionalismo en el pensamiento de
Leoncio Rodríguez se aleja de los que conciben el regionalismo desde
posiciones burguesas y comparte, por tanto, las críticas que desde el
movimiento obrero, se puedan hacer.
Su concepción es crítica y consciente de
los peligros que conlleva en sí mismo; por ello, lo que realmente propone es
que se pueda utilizar el regionalismo como un instrumento o medio para lograr que despierte de su letargo el
pueblo canario. Podemos calificarlo como una especie de
"regeneracionismo" canario que se impone como una necesidad de
recuperar nuestras perdidas señas de identidad y lograr la unidad de la región
por encima de las banderías políticas o de los intereses de las clases
dominantes en cada isla. La situación de Canarias en aquellos momentos es
grave, "se resienten de su abandono y horfandad" y, como respuesta a
sus innumerables peticiones, "sólo la callada, cuando no la negativa o la
burla" vienen desde Madrid. Considera a los canarios de su época
responsables de esta situación porque no
adoptan una postura más comprometida y activa, y, por ello, realiza la
siguiente reflexión crítica: "La nieve del Teide la llevamos en las
entrañas; su fuego al exterior, crepitando en odios y pasiones", lo que
constituye una clara alusión a los partidarios del divisionismo, quizás la
única en toda la conferencia. Por todo ello, califica a su generación de
"torpe y despiadada" y la acusa de no haber sabido o querido "conservar el temperamento sano y vigoroso, todo llaneza y pulcritud, de
la antigua raza isleña a quien hemos acabado de matar espiritualmente".
Leoncio Rodríguez se siente canario y no
hace declaraciones solemnes de españolidad como otros paisanos suyos de
principios de siglo (Benito Pérez Galdós, Ricardo Ruíz y Benítez de Lugo o incluso Nicolás
Estévanez), que parece que están interesados en demostrar que, en españolidad, no hay otra región que iguale o supere a
Canarias. Sin embargo, realiza una puntualización para tranquilidad de
"algún timorato" planteando que el regionalismo canario que él
preconiza y defiende no significaría "tibieza y desaliento en nuestras más
que probadas relaciones de lealtad, de simpatía y de sumisión a la nación
española". Defiende el conferenciante en el Ateneo lagunero, ante un
público variopinto, que Canarias siga en la órbita de España, e invoca para
ello la "lealtad", la "simpatía" y, sobre todo, la "sumisión" como las razones y actitudes que justifican la
"españolidad" del Archipiélago en esos momentos. Leoncio Rodríguez no
es separatista, pero tampoco se percibe en sus palabras un sentimiento real de
españolidad.
En opinión de D. Leoncio Rodríguez, las
ventajas que se obtendrían en Canarias con el regionalismo y la autonomía que
propone serían muchas y, entre ellas, destaca las siguientes: "que se nos
tuviese en mejor concepto que el que se nos tiene; que este archipiélago
pudiera valer sus justas aspiraciones; que no fuera una colonia, poco menos que
penitenciaria; que en la patriotería y la política no hicieran tantos estragos
ni nos pusieran tan a menudo en ridículo, y, en una palabra, que fuésemos
dignos de habitar en la tierra privilegiada de los altivos menceyes".
No resulta aventurado, en este contexto
histórico, considerar a Leoncio Rodríguez y el regionalismo que está
configurando y definiendo como una especie de modelador y hasta de simiente de
la conciencia nacional canaria, que necesitaba de la defensa de la unidad
territorial frente a los partidarios de la división provincial. Así pues,
aunque pueda despertar cierto grado de controversia y polémica, pensamos que la
aportación de D. Leoncio Rodríguez a la formación de la conciencia nacional
canaria resulta evidente y real, y que,
como prueba de lo expuesto, nos ha dejado su obra y pensamiento, que deben ser
objeto de un estudio detallado profundo. Tampoco hubiera sido posible una
declaración más rotunda y explícita de nacionalismo, por ello, recurre a utilizar el concepto de
regionalismo, que sí es permitido por el poder central. Su voz se levanta
contra los partidarios del divisionismo defendiendo para ello la autonomía
política y el fomento del regionalismo como medios necesarios para conseguir la
unidad del archipiélago.
Unos años más tarde, D. Leoncio
Rodríguez fundará su propio periódico, La
Prensa, el 15 de octubre de 1910, para defender la República como forma de
gobierno y promover la conciencia regional y la unidad del archipiélago. Este
diario mantendrá una trayectoria libre e independiente a lo largo de su
existencia, hasta que la rebelión del General Franco, el 18 de julio de 1936,
contra el régimen legal de la República,
la interrumpió bruscamente.
La cabecera del diario permanece inalterada hasta el 14 de febrero 1939, fecha
en la que desaparece por decisión adoptada por el Gobernador Civil de la
provincia D. Vicente Sergio Orbaneja. Tal decisión se debe a que Leoncio
Rodríguez no se presta a ninguna colaboración con el nuevo orden establecido por
los militares rebeldes. Nace así El Día, "Organo del Movimiento
Nacional-Sindicalista en Tenerife", de la obligada fusión del periódico de
D. Leoncio y del diario falangista Amanecer, que había surgido el 1 de agosto
de 1937 como "Diario de la Revolución Nacional Sindicalista".
Lo que verdaderamente hay que resaltar y
es relevante históricamente es que La Prensa termina su vida en la primera
fecha, el 18 de julio de 1936, o en la última, el 14 de febrero de 1939. Y que,
para salvar su propia vida, Leoncio Rodríguez opta por retirarse a San Miguel
de Geneto, dedicándose a actividades literarias y de editor de obras de
temática canaria sin necesidad de hacer ningún tipo de concesión o renuncia a
sus ideas como hicieron otros periodistas republicanos, que aceptaron seguir su actividad profesional en La Tarde o en el mismo El Día.
En 1947, sale de su retiro siguiendo los
consejos de su amigo el Obispo D. Domingo Pérez Cáceres, que lo protegía de posibles revanchas. Esta decisión
coincide con que el General García
Escámez ocupaba también la Capitanía General
de Canarias, y, sobre todo, pensamos que lo hace por su enorme afición
al periodismo; que explica en parte que, sin que recupere el control de su
diario, acceda a realizar tareas en la Administración de El Día y a escribir
algún artículo siempre sobre temas de carácter no político. Digamos que se
encontraba en "libertad condicionada", como acertadamente señala Mª.
Rosa Alonso cuando se refiere a la situación en la que se encontraban los que
trabajaban en aquellos momentos en cualquier empresa periodística. Esta
situación se mantiene hasta su muerte en 1955.
En agosto de 1958 desaparecen los
símbolos falangistas de la cabecera de El Día. Los herederos de D. Leoncio
Rodríguez van recuperando poco a poco el control del periódico, que pasa por
diversas vicisitudes y etapas durante los últimos años del franquismo y en la
transición hacia la democracia hasta 1988.
El 15 de octubre de 1985
El Día publica un ejemplar extraordinario con el que se pretende conmemorar el
75º Aniversario de La Prensa, lo que, en nuestra opinión, constituye una
verdadera falacia histórica. No sabemos las razones que han impedido que
reapareciera La Prensa en una 2ª época, como "Diario de la Mañana",
continuando la labor de su fundador y como el mejor homenaje que se le podía
rendir a su memoria. Lo verdaderamente grave no es el cambio de cabecera en sí
mismo si se hubiera respetado el legado del pensamiento de D. Leoncio Rodríguez
en el diario tinerfeño. Comprendemos que los tiempos históricos pudieran
aconsejar que el periódico no se declarara republicano, pero convertirse de
nuevo en un órgano defensor de la unidad y de la autonomía de Canarias, en un
portavoz independiente, liberal y progresista, sí estaba al alcance de la mano
de los responsables de la empresa. La línea editorial y la mayoría del
contenido son contrarias a ese legado de unidad regional y fomentan la división
del Archipiélago alimentando el llamado "Pleito Insular" y
respondiendo no sabemos a qué intereses. En la historia de El Día es posible
salvar algún breve periodo en el que se acercó a ese legado. Escribían entonces
en sus columnas periodistas que han demostrado su valía y profesionalidad en
otros medios canarios y estatales. La Prensa desapareció definitivamente el
martes 14 de febrero de 1939 con el número 10.885, en el año XXIX de su
publicación. Ojalá se recuperara no sólo para El Día sino para toda la prensa
canaria la defensa actualizada y renovada de aquellos ideales, tan necesarios
para el desarrollo de nuestra conciencia nacional y de nuestras señas de
identidad, en el marco político que libremente decida el pueblo canario.
Nota:
El autor del articulo presentó el artículo para su publicación en el periódico El Día y ante la esperada negativa, fue publicado en 1985 en La Gaceta de Canarias, sin ningún tipo problemas. Como suele suceder el articulo podría ser reformado y actualizado, pero he preferido publicarlo sin modificar el original escrito en 1985.