RECITAL "LA SOMBRA DEL ALMENDRO" EN EL PUB "MALAVIDA"
TRIBUTO A D. NICOLÁS ESTÉVANEZ Y MURPHY (1838-1914)
JUEVES, 8 DE NOVIEMBRE DE 2012
En el conjunto de la obra poética de Nicolás Estévanez destacan por su contenido social y compromiso político cuatro poemas: "Solidaridad", "El Obrero", "Protesta" y "En la Sierra". Estos poemas fueron recitados con acompañamiento musical del grupo "Kalima & Solfatara", en el recital del 8 de noviembre.
Vamos a presentar el texto completo de los cuatro poemas para que puedan disfrutar con su lectura, mientras esperamos poder incluir en el blog los "audios" originales del recital. Los cuatro poemas fueron publicados en 1881, en su libro Romances y Cantares.
El primer poema "Solidaridad" fue recitado por Fernando Senante y Elvira Tricás. Con el fondo musical de la guitarra de Rubén Díaz.
"SOLIDARIDAD"
El papel en que escribo
estos renglones,
y la pluma, la tinta y el
tintero,
representan la vida y el
trabajo
de muchos hombres y de
varios pueblos.
Mis colaboradores son los
siglos;
ni yo ni nadie escribiría
sin ellos,
porque Ios hombres somos
solidarios
sin distinción de razas
ni de tiempos.
Lo que yo escribo en
fatigada prosa
o en desigual y
atropellado verso,
no lo escribiera sin
aquel fenicio
que para mi compuso el
alfabeto.
Como tampoco se
escribiera nunca
lo mediano, lo malo ni lo
bueno,
sin el trabajo de los
labradores,
sin el santo sudor de los
mineros.
Tienen parte en mis obras
fugitivas,
y en las obras de sabios
y maestros,
el fabricante de papel
barato
y el que las plumas
inventó de acero.
Los químicos también, que
de la tinta
la fórmula encontraron y
nos dieron,
y artesanos de todos los
oficios,
y marinos, doctores,
cocineros...
Si, cocineros; porque sin
las salsas
que dan jugo y vigor á mi
cerebro,
de poco me sirvieran ni
la pluma
ni el papel ni la tinta
ni el tintero.
¡Pero cómo extrañar que
me auxilien
los artesanos de ambos
hemisferios,
los que arrancan el
hierro de la mina,
los que impulsan las
artes y el comercio,
Si lo hacen esos astros
infinitos
que en lo más hondo del
abismo etéreo
dibujan trayectorias
ajustadas
a las leyes eternas... de
Keplero!
La luna en las moléculas
influye
de este globo macizo en
que nacemos,
y por lo tanto en
nuestros organismos,
y por lo mismo en
nuestros pensamientos.
Como los hombres somos
solidarios,
igualmente lo son mundos
sidéreos
que ejercen un influjo
poderoso
en nuestro mundo, y
nuestro mundo en ellos.
¿ Qué importan las
distancias? ¿qué los siglos?
¿Qué los abismos de la
mar y el cielo?
¿No existe la atracción
entre los mundos?
¿No se extiende á las
almas y á los cuerpos?
El magnate depende del
artista,
depende el pensador del
cocinero,
y los astros sin fin,
unos de otros
en esa inmensidad del
firmamento.
¿Y aun hay guerras de
clase entre los hombres?
¿Y aun se lanzan los
hombres al degüello
siendo todos los seres
solidarios
en la inmensa extensión
del Universo?...
Pues vencerán al fin los
que combaten
por la Federación, que es
el derecho,
que es la atracción
recíproca, y el lazo
que ha de unir á los
hombres venideros.
Y si la lucha dura largos
siglos,
si dejamos sembrados
nuestros muertos
en ciudades y valles y
colinas,
¡mejor para los cuervos!
A continuación, el poema "El Obrero" que fue cantado por Nacho Kalima.
"EL OBRERO"
Surcan su rostro que el
dolor anubla
Gruesas gotas de liquido
cristal,
Un recuerdo lo anima:
Sus hijos que desnudos
piden pan.
NAVARRETE.
Templos, palacios,
parques y jardines,
y góndolas, y coches,
y tapices, y alfombras, y
divanes,
y manjares, y vinos, y
licores ;
Los modernos milagros de
la industria,
que pulimenta el roble,
que trabaja la piedra y
los cristales,
que ablanda el hierro,
que maneja el bronce;
Sedas, encajes, blondas,
terciopelos,
del lujo los primores,
cuanto embellece la
existencia humana,
cuanto excita y halaga
las pasiones,
Todo sale de manos del
obrero
para que ufanos gocen
los que llamando vil á su
trabajo
se burlan de sus necias
privaciones.
Y cuando el rico la
miseria insulta
del jornalero pobre
en la atmósfera tibia y
perfumada
de sus grandes y
espléndidos salones,
El jornalero á la
intemperie suda
para que el rico explote
su despreciable condición
de siervo,
de su negra ignorancia
los horrores.
Mientras el rico nada en
la opulencia,
se desespera el pobre,
y envidia las perreras
del magnate
para su hambrienta, su
desnuda prole;
Instrumento de ilusos, de
guerreros,
de frailes y de dioses,
el ha sido escabel de los
tiranos,
pedestal de siniestras ambiciones;
El ha dado la sangre en
todo tiempo
que por sus venas corre,
vertiéndola en los campos
de batalla
generosa y ardiente á
borbotones,
Lo mismo á los estúpidos
cruzados
y á indignos sacerdotes,
que á soberanos príncipes, á reyes,
del negro feudalismo á
los señores,
A todos los sectarios de
infecundas
perdidas religiones,
y á la mezquina patria
que les niega
albergue y tumba,
dignidad y nombre.
El ha sido explotado por
los ricos
de cien generaciones
y ha combatido y
trabajado siempre
para que luzcan vanidad y
honores.
Y si reclama su derecho
un día
contestan los cañones;
cañones para afrenta
manejados
por los mismos obreros de
uniforme.
Obreros miserables y
plebeyos
los hombres superiores,
fueron menospreciados en
su siglo
y expuestos al escarnio
de otros hombres.
Cervantes y Colón y
Galileo
gimieron en prisiones;
y mientras dieron sabios
de la ciencia
los réprobos, los
míseros, los pobres,
Dieron los ricos á la
iglesia santos,
lacayos á las cortes,
y á las encrucijadas
asesinos
cuando no dieran al poder
bufones.
El obrero infeliz no debe
nada
por mucho que le cobren,
a los viles, infames
usureros,
a los ricos, los reyes y
los nobles.
Si le roban sus hijos, y
en la guerra
se baten cual leones,
recibirán por premio á su
bravura
nuevos caudillos que su
espalda azoten.
Las religiones que en su
fe se aniden
con todos sus errores,
producirán al fin para
escarmiento
miserables y viles
Iscariotes.
El obrero no siente de la
vida
las dulces expansiones;
amarrado á su potro de
tormento
no puede disfrutar de sus
amores.
Entre penas, angustias, y
fatigas,
y llanto, y maldiciones,
ve morir a sus hijos de
miseria,
y de la madre los
lamentos oye.
Su esperanza es la fosa
de los muertos,
su vida larga noche;
pero noche sin luna, sin
estrellas,
sin plácido trinar de
ruiseñores.
Y si en la tumba el
opulento yace
cubierto de crespones,
entre epitafios, mármoles
y luces
pendientes de los sauces
lloradores,
El obrero no sabe de sus
hijos
en qué lugar se esconden
los huesos carcomidos,
que en la tierra
entre humedad y estiércol
se corrompen.
Y tal vez de sus hijos y
sus padres
un mercader explote,
los huesos arrancados al
sepulcro
para con ellos fabricar
botones.
¿Pero no habrá remedio á
tantos males
Y a tantos sinsabores?
¿Reinará eternamente la
injusticia
En nuestra raza fementida
y torpe?
¡Ancho es el mundo!
Huyamos los obreros
de tantas aflicciones,
libremos á esta Europa
miserable
de tanto peligroso,
inútil pobre.
Corramos a Ios puertos
concurridos
de rápidos transportes,
llevemos nuestros hijos y
mujeres
donde no haya fronteras
ni naciones.
Inundemos los barcos de
miseria
hasta los mismos topes,
huyamos de este mundo de
monarcas,
de usureros, de ricos y
de pobres.
Quédense con su lujo los
tiranos,
verdugos y señores,
y que se mueran de hambre
en sus parterres
ó que ellos mismos entre
sí se exploten.
En los campos de América
fecundos,
en sus inmensos bosques,
si no podemos ser
afortunados
libres seremos y seremos
hombres.
Desde los Andes de
nevadas cumbres
hasta la mar salobre,
encontraremos vírgenes
comarcas
donde corren las aguas
entre flores.
La del trabajo, religión
sublime
que aquí se desconoce,
nos dará por albergue la
que hagamos
cabaña humilde o culminante
torre.
Pero si el siglo y sus
bastardas leyes
un muro nos oponen,
y nos cierran las puertas
de esta cárcel,
y nos privan de nuevos
horizontes,
No perdamos por eso la
esperanza
de vislumbrar un norte
que empiezan á vibrar
sobre la tierra
misteriosos y súbitos
rumores.
Cuando olviden los pobres
explotados
sus mil preocupaciones
y en presencia de nobles
o de ricos
no se afrenten, humillen
ni destoquen;
Cuando todos conozcan el
absurdo
que denominan orden,
y a los tiranos del
opreso paria
de sus altares para
siempre arrojen;
Cuando no teman la
dichosa muerte
que esparcen los cañones,
y comprendan que el oro
hace imposibles
la concordia y la paz
entre los hombres;
Cuando á su vez exploten
la ignorancia
de sus explotadores;
cuando en el mundo caiga
sobre el crimen
de los obreros la pesada
mole,
Otra será la vida de los
seres
que en el planeta moren,
libres de leyes ruines ó
inhumanas
y de falsas y absurdas
religiones.
El obrero será dueño del
mundo
cuando la muerte afronte:
luchando sin cesar por la
justicia
puede el obrero
trastornar el orbe.
"PROTESTA"
En las razas decadentes,
en las antiguas naciones.
sólo cantan los poetas
del pasado los errores.
Se entusiasman con los
viejos
carcomidos torreones
de los feudales castillos
que recuerdan mil
horrores:
con los ruinosos lugares
de lúgubres callejones
y con las encrucijadas
de sus ciudades informes;
con los candiles que
alumbran
a cuatro santos varones
que los chicos apedrean
y la polilla se come,
y con las torpes delicias
y los negros eslabones
de las pesadas cadenas
que arrastraron sus
mayores.
Y nunca la dulce lira
de celestiales acordes
con que cien vates
pudieran
inmortalizar sus nombres,
ha cantado los prodigios
ni los nuevos horizontes
que ya las ciencias
descubren
poniendo en manos del
hombre
los espacios, los
abismos,
los átomos y los orbes.
¿Por qué miran al pasado
los poetas españoles,
los inspirados artistas,
los celebrados pintores
que asombran a todo el
mundo
con sus bellas
creaciones?
¿Por qué lloran y
suspiran
los modernos trovadores?
¿Acaso tiene el pasado
más dichas, más
ilusiones,
más glorias, más
esperanzas,
más bellezas, más
primores,
que el presente y el
futuro
de infinitos horizontes?
¿Son tristes las nueve
musas,
negros los siete colores,
y el humano pensamiento
oscuro como la noche?
Enhorabuena suspiren
y se enternezcan y lloren
porque hay sobrados
vestigios
de tantos siglos de
horrores;
mas no porque se
derrumben
las viejas instituciones,
los templos de la
ignorancia,
los altares y los dioses.
Tuviera yo la sublime
paleta de mil colores
con que otros pintan sus
santos,
sus reyes, sus
concepciones;
tuviera yo el arpa
insigne
de los modernos cantores
que la pulsan inspirados
por rancias
preocupaciones;
tuviera yo el genio
ilustre
de Bellini o de
Beethoven,
y asombrara al universo
y conmoviera los orbes
con cien himnos
entusiastas
en mil manifestaciones
de cadencias, de armonías,
de palabras, de colores,
al porvenir de los mundos,
a la paz entre los
hombres,
a la conciencia sin nubes
de los librepensadores,
a las artes, a las
ciencias,
al espíritu sin noche
y a la Libertad, que
brilla
con fúlgidos
resplandores.
"EN
LA SIERRA"
Es la tarde: el sol se pone
y brilla un lucero ya,
y se escuchan las esquilas
y los pastores se van;
pronto el agua del torrente
la luna iluminará:
¡Bendita
sea la sierra
y
maldita la ciudad!
Yo me acuerdo de mi casa
con el más hondo pesar:
¡Me separan de mis hijos
porque digo la verdad!
pero en esta libre altura
no me
privan de cantar
himnos á la democracia,
trovas a la libertad.
Mi patria debe ser libre
y libre y feliz será,
que los tiranos sucumben
pero los pueblos ¡jamás!
y en tanto que llega el triunfo
de la idea federal,
¡Bendita
sea la sierra
y
maldita la ciudad!
El sosiego de mi casa,
las delicias del hogar,
los goces de la familia.
todo me lo quitarán;
pero que vengan al monte
si me quieren arrancar
el derecho de llamarme
socialista
y federal.
Ya me conoce la sierra
y yo la conozco ya:
aunque
vengan los civiles
y la fuerza militar.
ni pólvora, ni veredas.
ni alturas me faltarán:
¡Bendita
sea la sierra
y
maldita la ciudad!
Si en el valle combatimos
sin ceder ni vacilar,
sí Almuradiel atacamos
con empuje sin igual,
si en San Andrés los batimos,
lo mismo sucederá
cuando del espeso bosque
nos quieran desalojar.
Más no vienen, y yo canto
orillas del manantial,
arrullado por la brisa.
del arroyuelo al compás
y arañando mi bandurria
con las cuerdas rotas ya:
¡Bendita
sea la sierra
y maldita la ciudad!
¿Qué me importan las calumnias
de un enemigo falaz?
Mis valientes camaradas
pronto las desmentirán.
pasará la tiranía,
mucha sangre correrá,
mas no vendrán á la sierra
los lobos de la ciudad.
Pasarán
las monarquías.
la
República será,
y
aunque la olvide la historia,
los
buenos recordarán
la
canción del guerrillero
socialista-federal:
¡Bendita
sea la sierra
y
maldita la ciudad!
Siempre están mis compañeros
ganosos de pelear
a la luz del mediodía
y en la negra oscuridad;
ni los fatiga la lluvia
ni los
rinde el vendaval
y todos darán su vida,
pero no su libertad.
En la cumbre de la sierra
establezco mi vivac,
y á su roja ardiente llama
que el nordeste hace temblar
el brumaje se ilumina
que bajo mis pies está:
¡Bendita
sea la sierra
y
maldita la ciudad!
Desde estos riscos abruptos
desde esta sierra inmortal,
saludo á todos los hombres
que en insurrección están.
en todas las latitudes
los rebeldes vencerán;
la justicia es de los menos
si la fuerza es de los más.
Desde la selva sombría
donde las fieras están
hasta
la nevada cumbre
que cruza el águila audaz,
el eco de las montañas
sólo repercutirá
la
canción del guerrillero
socialista-federal.
Y cuando los tiempos corran
y nadie se acuerde ya
ni del viejo partidario
ni de su triste cantar,
el desbordado torrente
y la paloma torcaz,
el arruinado castillo
del tiranuelo feudal
y la confusas veredas
del perdido colmenar,
los linderos del cortijo,
la sombra del castañar
y los troncos horadados
por el plomo federal,
un siglo tras otro siglo
por siempre repetirán:
¡Bendita
sea la sierra!
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